RELIGIÓN: el concepto de religión occidental es desbordada y destrozado por la inmensidad de la religiosidad del pueblo mapuche, se utiliza esta palabra porque muchas veces las demás religiones hacen ver como arcaicas de estirpe salvaje o extinta a nuestras practicas religiosas, por esta razón se pueden ver muchas veces palabras como espiritualidad o cosmovisión mapuche que reemplazan al de "religión", porque son mas amplias, para el pueblo mapuche todo es religión, mirar, hablar, correr, soñar, comer, levantarse a la mañana, pensar, por esta razón el concepto religión occidental queda muy pequeño.
(foto; escena del ngillipun en pintura rupestre, futa cuifi ñimil mapuche, de data mas de 9 mil años de antigüedad en puel mapu, actual país mapuche y argentina)
Los animales (pu culliñ) nativos están amenazados por la introducción de otras especies introducidas por los españoles y luego los nuevos países que tomaron posesión del territorio ancestral, de igual manera las plantas o fauna invasora.
De esta manera los hermanos animales y plantas también sufren el destierro y la muerte de su cultura de vida.
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pehuen, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del pueblo mapuche.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre mapuche. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el huemul, el guanaco, el gran cóndor, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del los choique y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si nos quitan nuestra madre tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed y alimentan a nuestros niños, si nos quitan nuestra madre tierra ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre mapuche. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el huemul, el guanaco, el gran cóndor, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del los choique y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si nos quitan nuestra madre tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed y alimentan a nuestros niños, si nos quitan nuestra madre tierra ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
ADAPTACIÓN DE: Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos.